(...) empecé a sospechar que otra vez el poder constituido pretende canalizar las inquietudes culturales de los jóvenes en una dirección interesada.Y para colmo lo hace de una manera cutre, insalubre, peligrosa e insensata. Saltándose todas las normas, reúnen diariamente a decenas de jóvenes en un local sin los más elementales requisitos de seguridad y evacuación. La estación de metro puede convertirse, esperemos que no, en una estación terminal en el peor sentido, sin salida y sin retorno.Carlos Insúa: Estación Terminal
Nada de rebeldía juvenil, de contracultura, de contestación. Los jóvenes han entrado, a sabiendas o no, en la cadena del clientelismo y propaganda oficial y la estación de metro no es una estación de paso, es una estación terminal. Lo suyo sería estar de paso permanente en un viaje incesante de búsqueda, sin ataduras, sin etiquetas, sin corsés.
Ojalá les vaya bien y se saquen de encima a los burócratas y políticos, y que la estación del metro sea simplemente una estación de paso para un viaje con destino libre, independiente e indefinido.
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